Era martes 13, y de camino a Granada la interlocal donde viajábamos (unas furgonetas que funcionan como los autobuses pero sin paradas hasta el destino final a diferencia de los ruteros) reventó una rueda. Así que todo el mundo abajo excepto una gallina que se quedó reservando el asiento a su dueña.
Lo bueno es que en menos de 15 minutos todo estaba solucionado y media hora después entrábamos en Granada, una ciudad colonial muy colorida, con vecinos de buena conversación y divertidísimos, de la que os hablaremos en otro post. Muy cerca de ella se encuentra Niquinohomo, más conocido por ser el pueblo donde nació y se crió Sandino, a quien han dedicado una biblioteca en la que se pueden encontrar varios de sus escritos, diarios de la época de la revolución y fotografías de entonces.
Llegamos hasta allí gracias a Yaxira, una de las copropietarias de un hotel granadino con mucho encanto, impoluto y a buen precio llamado Casa Barcelona. Yaxira resultó ser una estupenda anfitriona: nos informó mejor que cualquier oficina de turismo acerca de lo que podíamos hacer en la zona, además de responder a todas las preguntas que nos pasaban por la cabeza sin vetar ningún tema (política, religión, gastronomía…). Después de la visita a Niquinohomo cogimos una taxi moto (como los tuc tuc asiáticos) para llegar a Catarina, desde donde hay unas vistas espectaculares de la laguna de Apoyo.
Y allí conocimos a Renaldy, un tipo muy parlanchín que acabó sentándose con nosotros para contarnos a su manera la historia de Sandino con pelos y señales. Fue como ir al cine: su relato duró hora y media, y en él hubo amoríos, venganzas, luchas, héroes y villanos. Después fuimos caminando hasta San Juan de Oriente, otro pueblo cercano conocido por sus cerámicas, y en la carretera general volvimos a coger el rutero de vuelta a Granada, donde habíamos quedado con una pintora, Alba Benavente, que el año pasado creó un mural para conmemorar el bicentenario de la ciudad. Así, entre charlas y chicha -una bebida con un sabor parecido a la sangría que había preparado su marido- acabamos enterándonos de toda la historia de esta atractiva ciudad. Pero además, ella y su marido Carlos, un dramaturgo nieto de un conocido poeta nicaragüense, nos estuvieron contando historias de aquí y de allá que resultaron ser mejores que cualquier enciclopedia. ¡Y tanto que nunca te acostarás sin saber una cosa más!
5 respuestas a Visitando la cuna de Sandino, Niquinohomo