«Voy a ver si les consigo un raid». Qué gente más maja. Sin conocerte de nada se preocupan hasta de que no te piquen los mosquitos. Pero no era exactamente eso. En lo de amables y hospitalarios no íbamos desencaminados, pero resulta que el raid no es un «mata mosquitos», sino «ride» en inglés, la forma en que llaman al autoestop de toda la vida. Y es que esa es la manera más económica (y si tienes muy mala suerte, la única) de llegar a las ruinas de Calakmul desde la entrada al parque, que está a 60 kilómetros de la zona arqueológica.
Se accede a través de una carretera muy estrecha y con curvas para aburrir a la que no se permite el paso a los autobuses -por pura cuestión física de espacio-, así que o un particular con coche que también vaya a hacer la visita te lleva amablemente o te la juegas esperando que se llene el colectivo que aguarda en la puerta para que le salga rentable el viaje (los colectivos son furgonetas que funcionan como autobuses, pero sin horarios fijos) o apalabras con un lugareño con coche que ese día no tenga mucho que hacer un precio por llevarte, esperarte y traerte de vuelta a la entrada. Después de una hora esperando a ver si alguien había tenido la misma idea que nosotros de visitar Calakmul aquel día y no ver ni un alma, optamos por la opción de negociar con un particular: no había sido nada fácil llegar hasta allí, y como la cabezonería se impone en estas cosas, y lo de «ir para nada es tontería» nos pareció muy cierto, ya que fuimos capaces de llegar a Conhuás, el pueblo más cercano, había que entrar. Mereció la pena.
La reserva de la biosfera de Calakmul, en el estado de Campeche, es el pulmón verde más grande de Latinoamérica según cuentan por aquí, y la verdad es que la naturaleza en esta zona se impone de forma brutal: se trata de una selva tupida y salvaje, con decenas de clases de árboles, 235 especies de aves, jaguares, panteras, monos… Y en mitad de toda esa naturaleza, lo que un día fue el centro urbano más importante del sur de Campeche y una de las ciudades prehispánicas más importantes del período clásico maya.
La tarde anterior habíamos visitado las ruinas de Becán, muy cerca de Xpujil, a 120 kilómetros de las de Calakmul, después de salir esa madrugada desde Tulum. Un transporte especial (similares a los taxis pero más baratos) y tres colectivos después, entrábamos en estas ruinas que, aunque no tienen tanta fama como las de Calakmul, tampoco tienen tanto que envidiarle.
Puede que el recorrido sea más corto, que durante el paseo no veas tantos monos, tucanes y otros animales y que haya menos estructuras conservadas, pero también tienen mucho encanto, y en caso de que no dispongas de mucho tiempo, son una buena alternativa porque se accede de forma más sencilla y son más baratas. Además, las posibilidades de alojamiento son algunas más, algo a tener en cuenta si no quieres dejarte un buen porcentaje del presupuesto, aunque eso os lo comentaremos en el siguiente post. En cualquier caso, las dos opciones tienen una ventaja enorme con respecto a cualquiera de las demás ruinas de la zona, y es que tendrás el privilegio de visitarlas completamente solo, sin cruzarte con nadie por el camino.
6 respuestas a De itinerario maya: Calakmul y Becán