Cruzando la frontera entre Costa Rica y Panamá y el misterio de la mujer del saco

El día que salimos de Puerto Viejo tocaba cruzar otra frontera, y hasta ahora ese asunto se nos había dado regular, así que íbamos dispuestos a lidiar con algún que otro problemilla.  Lo primero era coger un autobús a Sixaola, a unos 40 kilómetros y hora u hora y media de viaje según las paradas que hiciera el conductor.

El nuestro hizo unas cuantas: para recoger a todos los que iban a jugar al Bingo a un pueblo cercano -resultaron ser más de la mitad de los pasajeros-; para dejar a un grupo de turistas en otra localidad donde explicaban cómo hacían allí el café (su plan inicial era ir a la playa, pero diluviaba); para llevar a una niña a una fiesta de cumpleaños… Y también, para recoger a una mujer que estaba esperando en la parada junto a un saco enorme. Cuando las puertas del autobús se abrieron, ella subió y, una vez arriba, preguntó a uno de los pasajeros si le haría el favor de subirle el saco. El tipo se lo subió. Al rato, la mujer pidió a otro viajero si podría mover un poco el saco, que al estar tan cerca de la puerta podría caerse, y el pasajero obedeció. Después, cuando llegó su parada, la mujer tampoco tocó su saco: preguntó a un tercer pasajero si se lo bajaría y este lo hizo.

Hasta ahí la tipa podría parecer algo vaga, sin más. Pero lo extraño es que cuando ella y su saco ya estaban en tierra, la mujer comenzó a caminar… dejando el saco a sus espaldas. El autobús arrancó en ese momento, así que sólo pudimos ver cómo el saco caía al suelo abandonando su posición vertical mientras su dueña daba la vuelta a la esquina sin mirarlo. Esto es lo que dio de si nuestro viaje de hora y media (lo que se puede entretener una con estas cosas).  Total, que elucubrando teorías sobre el misterio de la mujer del saco llegamos a Sixaola, el último pueblo costarricense al sureste del país.

Allí hay un puesto de migración donde sellaron nuestra salida sin problemas. Después, sólo había que cruzar a pie un puente de madera e ir a sellar la entrada a Panamá en una caseta ya en el pueblo de Guabito, separado de Sixaola por ese puente. Mientras esperábamos la cola vimos otra caseta un poco más abajo con un cartel que decía que vendían billetes a San José de Costa Rica, lo que tenía toda la pinta de que otra vez íbamos a tener que explicar lo de la vuelta al mundo sin billetes y, si no colaba, comprar un billete de salida del país. Así fue: acabamos con dos billetes de 14 dólares cada uno en el bolsillo que sabíamos que no íbamos a usar, pero por lo menos todo fue rápido, la gente amable… y ningún autobús se podía ir con nuestras mochilas porque las teníamos con nosotros. Ahora sólo quedaba buscar cómo llegar desde Guabito a Ciudad de Panamá.

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    5 respuestas a Cruzando la frontera entre Costa Rica y Panamá y el misterio de la mujer del saco

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